Últimamente El País está que se sale. Hoy es el turno de otra de sus pesos pesados, la Sra. Maruja Torres. Utilizando la sátira y la ironía, enlaza el libre mercado con las guerras y con una presunta reducción del volumen de la población. La población a reducir por le mercado serían los “empeñados en hipotecas que no pueden pagar, desempleados y otros seres humanos sobrantes o rechazables“. Es decir, el mercado corrige ineficiencias y conseguirá que “nos habremos librado de millones de desechables“.
Al mencionar las maldades del mercado, obvia que el “avaricioso” mercado está integrado por ciudadanos libres que voluntariamente intercambian sus bienes y servicios. También olvida que las transacciones libremente celebradas generan beneficios a las partes que las realizan (si no, difícil sería que las realizarán). Y que cuando se realizan dentro del respecto a las normas, no tienen por qué perjudicar a terceros. Finalmente, como resultado de multitud de transacciones, el conjunto del mercado (es decir, todos los ciudadanos) terminan beneficiándose.
Pero no claro. Lo bueno es redistribuir, poner trabas, reglamentaciones y todo tipo de cortapisas a los emprendedores, a los trabajadores, a los autónomos, a los que se arriesgan para desarrollar su propio proyecto vital e, incluso, como hace esta Sra., acusarles de causar muerte y pobreza. ¿Acaso desconoce Vd. la muerte y pobreza que ha causado el comunismo? ¿Y los millones de parados, de corrupción y de funcionarios y burócratas que ha generado la socialdemocracia?
Si no hay libre mercado ni globalización, ¿quién les va a comprar sus productos a los países en desarrollo? ¿Vd.? ¿Comisiones Obreras? ¿El Grupo Prisa? Pues no Sra. El mercado será quien los adquiera, por suerte para los ciudadanos de esos países.